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Conan el Bárbaro


ilme de culto realizada por John Milius en el año 1982, protagonizada por el galardonado campeón de Mr. Olympia, Arnold Schwarzenegger. Rodada integramente en España, fue engrandecida por una excelente fotografía, junto a una épica majestuosa e insuperable banda sonora, realizada por el gran maestro compositor Basil Poledouris. Criticada por su extremada violencia para su antigua época, fue indiscutiblemente aclamada por el público, convirtiéndose en el mayor exponente del cine de brujería y espada.

La película comienza mostrándonos la forja de una espada, acompañada por la magnífica composición de Poledouris. La sólida percusión irrumpe con fuerza tras la voz de fondo del hechicero, narrador de la historia, que nos pone sobre el escenario de la era Hyboria en un memorable comienzo.

Tras la escena de la fragua, sentado sobre las altas montañas de Cimmeria, el joven Conan atiende con atención a su padre, de cuyos labios emana un discurso mítico sobre el origen del mundo conocido. Se nos revela como aprenderá a sentir un gran respeto y devoción por lo que llaman el secreto del acero, una doctrina propia de un guerrero en la edad hyborea.

Después de la inolvidable narración, comienza la destrucción del poblado cimmerio donde habita Conan. El codiciado secreto es el motivo por el cual la aldea es cruelmente atacada por los serviciales bárbaros del sacerdote Thulsa Doom. El poblado se vio devastado por el fuego y gran parte de los habitantes fueron asesinados, incluyendo el padre de Conan, pereciendo bajo los cruentos colmillos de perros salvajes. Su madre fue brutalmente decapitada, ante la impasible mirada del joven muchacho, llenando de rencor y venganza toda razón de existencia en el pequeño Conan.

Sucumbido el pueblo bajo las cenizas, todo los niños fueron esclavizados y sometidos a un duro proceso de selección en la Rueda del Dolor, en la que solo los más fuertes, los que mejor se adaptan, sobreviven. Quedando solo en el recuerdo los restos y despojos de su aldea, con familias enfangadas en sangre, y un estandarte clavado en la nieve donde figuran dos serpientes. Tras largos años encadenado en la grotesca rueda del molino, el cuerpo de Conan castigado y fortalecido, creció junto a su odio, su desprecio por la vida y sus ansias de venganza. Siendo el único sobreviviente, no tardó en ser vendido y adiestrado como gladiador, obligado a enfrentarse con la muerte contra cruentos vándalos.

La brutalidad del bárbaro reflejaba los años sufridos y la tremenda esclavitud de su infancia, demostrando toda su cólera en combate, logrando innumerables victorias. Fue llevado al este, donde los mejores maestros le ensañarían el manejo de la espada, el lenguaje y la escritura fueron puestos a su alcance, y también conoció el placer de las mujeres, le concedían aquellas más agraciadas y delicadas. Pero siempre, y por encima de todo, estaba la disciplina del acero.

Hasta que llegó una noche donde alcanzó la libertad, y escapó huyendo de los lobos refugiándose en una oscura cueva. Un templo oculto por la fuerza de los dioses que encubría restos de la antigua Atlantia, donde el trono difunto de un rey, aguardaba sosteniendo una férrea y sólida espada. Una templada hoja de acero que sería tomada por el renacido cimmerio, mostrando respeto ante Crom.

En su deseo por vengar la muerte de sus padres, Conan entró en contacto con la civilización, recorriendo las extensas tierras de Hyboria como ladrón. Durante su aventura conoció un intrépido arquero, llamado Subotai, y una bella y valiente guerrera, presentada como Valeria, reina de los ladrones. Juntos emprendieron un largo viaje saqueando joyas y costosas riquezas, sin olvidar la búsqueda del sombrío estandarte, donde dos serpientes se enfrentan sobre un sol negro.

Afamados por saquear las torres oscuras de Set, saborearon el placer del vino y la fortuna, convirtiéndose Valeria en amante del robusto bárbaro. Durante la festividad, fueron reclamados por el Rey Osric, quien les ofrece abundantes tesoros a cambio de rescatar su adorada hija, habido sido capturada y engañada por los adoradores a la Serpiente, siguiendo el amplio camino hacia la 'Montaña del Poder' para venerar al líder Thulsa Doom. Conan contempló la oportunidad de recuperar la forjada espada de su padre y coronar su ansiada venganza. Y bajo la madrugada del nuevo día, partió sólo hacia el peligroso santuario.

Su destino hizo por unir concordia en su marcha con un viejo hechicero vínculo de los dioses que habitaba en una choza. Le advirtió, que estaba en un sacro lugar, donde residían los cadáveres de los antiguos reyes, donde ni siquiera podía arder el fuego. El cimmerio prosiguió su camino hacia la montaña, ocultado entre cientos de peregrinos, pero no tardó en ser descubierto por los cancerberos.

De manera salvaje fue aporreado y presentado mortecino ante el soberano, el responsable de la destrucción de su pueblo. Conan al fin tuvo delante al hombre que siempre había estado buscando. Thulsa Doom, misericordioso, le explica la respuesta del secreto del acero, para finalmente, condenarlo a morir despojado.

El sol golpeaba sobre el cuerpo de Conan, y la aridez del desierto marcaba el rostro del cimmerio crucificado en el 'Arbol del Infortunio'. Pasaron días, noches, buitres y carroñeros esperando el último aliento para obtener su ansiado bocado. Pero Subotai no le dejó zarpar solo hacia el santuario, y logró encontrarlo, sin embargo era demasiado tarde. La muerte de Conan enfureció rompiendo el alma a Valeria, y pidió al viejo hechicero encarecidamente que hablara con los dioses de esas tierras para devolverle la vida. El nigromante afirmó que sería peligroso, los espíritus exigirían un fuerte tributo, pero la inolvidable guerrera no dudó en aceptar la obligación de pagar a los dioses.

El viejo comenzó el ritual, enunciando varias oraciones, escribiendo runas sobre la piel del cimmerio, arropándolo con túnicas negras, realizando todo lo necesario para cuando vinieran a llevárselo, no lo hicieran. Llegó la oscuridad de la noche, pero esta vez acompañada por aterradores demonios. Agarrados al rígido cuerpo de Conan intentaron portarlo consecutivas veces, pero el ritual creado por el mago y el compromiso de Valeria endurecido por sus plegarias, hicieron que el guerrero más poderoso de Hyboria resurgiera entre las garras del averno.

El empeño de terminar lo que empezó en Cimmeria era irremediable, el bárbaro proseguía teniendo clavado el anhelo de matar al sumo sacerdote. Subotai le recordó que la hija del rey seguía estando secuestrada, pero deberían marchar juntos, dejando su revancha para más tarde, no podrían entrar a la Montaña del Poder para llevarse a la joven enfrentándose contra los guardianes de Doom.

Esperarían la oscuridad para entrar por las cuevas posteriores de la montaña, rescatándola y escapando ráudos hacia el castillo. Podían hacerlo como ladrones, pero no como ladrones vengativos. Conan lo entendió. Se despidió con gesto de agradecimiento hacia el noble hechicero, y partieron nuevamente rumbo hacia la gran montaña para liquidar el acuerdo pactado con el reinado de Osric.

Sigilosos y ennegrecidos, adentraron por las cuevas hasta el minucioso aposento donde observaron perplejos el increíble culto a Set, el lóbrego Dios Serpiente. Todo estaba cubierto por bellas y vírgenes mujeres, dedicadas a satisfacer las plácidas órdenes del maléfico líder. Cuantiosas esclavas rebosando de placer carnal, mezcladas orgías llenando el santuario de gritos y gemidos, adornado con cuerpos colgados de jóvenes sacrificadas en honor al venerado Dios. Un extraño paraíso que guardaba una exótica princesa, que de nuevo iba a ser arrebatada.

Tras la masacre, lograron escapar huyendo de los guardianes junto con la hija del Rey. Mientras, Thulsa Doom contemplaba su sala, donde antes fornicaban vigorosas doncellas, ahora corrían ríos de sangre provocados por tres infieles violadores que no conocían el temor, que no respetaban el sagrado poder de Set. El templo había sido profanado, y aquellos que lo irrumpieron, serían castigados.

Furioso y templado, sobresalió acompañado de sus incondicionales súbditos por una de las cuevas de la montaña, y divisando la lejana huida de los heroicos guerreros, disparó con fuerza una flecha envenenada, dando de lleno en el vientre de la hermosa Valeria. La reina de los ladrones cayó entregada al inmenso dolor de la herida, Conan recogió el cuerpo de su amada y lo llevó lejos de la maldita montaña escuchando las últimas palabras de la tenaz luchadora, diciéndole al bárbaro que había cumplido su deuda con los dioses.

Valeria murió dando su vida por el cimmerio, Conan se mantuvo a su lado escuchando hasta el último de sus latidos, hasta que el amor del bárbaro marchó para siempre. Honrada y vestida como guerrera, la depositó en el místico lugar donde yacían las almas de los antiguos reyes, ella no merecía una ofrenda menor.

La cólera se apodero de su cuerpo, su espíritu quedó ciego, en su pensamiento solo se agitaba el deseo, la pretensión de arrancar con sus propias manos la cabeza de Thulsa Doom. Conan se dispuso a romper las duras cadenas que le mantenían aferrado a su venganza, purgando el nombre de su arrebatado pueblo y linaje. Mostrando al ungido sacerdote el verdadero rostro de la barbarie. Y lo haría en ese mismo lugar, en las sacras tierras donde se despidió de Valeria.

El viento y el cielo serían testigos de la batalla que se avecinaba. La princesa fue amarrada en una roca elevada, tal vez para que fuera visible, pero los soldados del sacerdote ya se aproximaban hacia ellos tras el vestigio del fuego que prendió en la penosa noche. El bárbaro terminaba de preparar la tierra donde se enfrentaría a muerte contra los guardianes, el destino estaba sellado.

Ya se escuchaban los lejanos y tormentosos trotes de los caballos de Doom. El momento que había esperado durante años llegaba a su encuentro. El arquero se mantuvo dispuesto y guarnecido, el cimmerio se revistió con pesadas armas cogidas de los cadáveres de los reyes... ambos aguardaban la salvaje embestida.

Los atronadores cruces de los aceros dejaron de resonar, los vándalos gritos de guerra se apagaron, solo permanecían alzadas las templadas espadas de Conan, la suya propia junto a la de su padre, empuñadas hacia la montaña de Crom en señal de triunfo y respeto, bajo el ineludible silencio de la tierra Hyborea.

Y con gran pesar termino aquí mi relato, donde os dejo a vuestra merced hallar la alegórica escena final, la cual os conduce al idealismo del cimmerio frente a su solemne determinación, ya que no sería digna de ser simplemente narrada. Un espléndido y firme desenlace aplaudido por muchos, demostrando el legítimo poder del hombre en la antigua era. Y cumpliendo con la profecía, el bárbaro se consagrará con el imponente trono de Aquilonia, a consecuencia de sus propios méritos, pero eso, ya es otra historia...

1 ESCRITURAS:

Anónimo

Ey Conan, se ha quedado muy wapa la página tío, como ya te he dicho la narración de los capítulos mola y la estética de la web también.. ;)
Saludos!